En Kivö no creemos que el cuidado bucal tenga que ser aburrido, técnico ni lleno de culpa.
Creemos en hacerlo más simple, más consciente… y más humano.
Por eso, hoy te compartimos tres cosas que quizás nadie te explicó bien, pero que pueden cambiar cómo te relacionás con tu boca.
🪥 1. Las encías no sangran “porque sí”
Muchísima gente cree que si las encías sangran un poco al cepillarse es algo normal. Pero no lo es.
El sangrado es una señal clara de inflamación, generalmente causada por placa acumulada o cepillado agresivo.
Y no, no se soluciona cepillando más fuerte. Al contrario: las encías sanan mejor con constancia, suavidad y técnica correcta.
Un cepillo con cerdas suaves, movimientos circulares y tiempo suficiente puede revertir el problema en pocos días.
Es como cuidar una planta: no le das más agua a la fuerza. Le das lo que necesita, de forma regular y con atención.
😮💨 2. Tu boca influye en cómo dormís
Poca gente lo sabe, pero respirar por la boca durante la noche puede afectar tu descanso, tu energía y hasta tu concentración al día siguiente.
Cuando hay inflamación en las vías respiratorias o congestión nasal, solemos compensar abriendo la boca. El problema es que eso seca la saliva, altera el equilibrio de bacterias y puede dar mal aliento, caries, o incluso afectar la calidad del sueño.
Por eso el cuidado bucal no es sólo “para verse bien”. También es una forma de mejorar el cuerpo entero.
Dormir mejor puede empezar por algo tan simple como mantener la boca sana.
⏳ 3. Cambiar el cepillo a tiempo importa más de lo que pensás
La mayoría estira su cepillo mucho más allá del tiempo útil.
A los tres meses, las cerdas ya no limpian igual. Pierden fuerza, se deforman y, en algunos casos, acumulan bacterias que no querés volver a meterte en la boca.
Cambiarlo a tiempo no es un lujo. Es higiene básica.
Una forma fácil de recordarlo: cada cambio de estación, cepillo nuevo. O incluso antes si lo ves despeluchado.
Tu boca lo nota, aunque vos no te des cuenta.
